Cuatro Años con YunoHost: De Raspberry Pi a Intel N100

Todo empezó como empiezan muchas historias en tecnología: con una frustración tremenda. Quería montar cuatro cosas básicas en casa, un servidor multimedia para mis pelis, un lector de noticias RSS, quizás una wiki para mis notas... Nada del otro mundo, pensaba yo. Pero cada vez que me ponía manos a la obra, ¡menudo lío! Que si configura Nginx, que si faltan dependencias, que si los puertos, el cortafuegos... Un auténtico quebradero de cabeza que me quitaba las ganas.

Hasta que un día, de pura casualidad, buscando soluciones por la red, me topé con YunoHost. Y, amigo mío, ahí cambió la película.

¿Qué es YunoHost?

Logo oficial de YunoHost

YunoHost es un proyecto de software libre (FOSS) sin ánimo de lucro que nació en Francia el año 2012. Su objetivo es simple pero ambicioso: hacer que el autoalojamiento (eso de tener tus propios servicios en casa en lugar de depender de terceros) sea accesible para todos, incluso para los que no somos expertos en servidores.

Cuando lo encontré, yo era un completo novato. Había hecho algo de distrohopping y hasta había conseguido instalar Arch Linux una vez (¡y sobrevivir para contarlo!), pero poco más. Sabía abrir una terminal y escribir cuatro comandos, y créeme, con eso bastó para empezar la aventura.


La Era de la Raspi

Mi primer servidor con YunoHost fue una modesta Raspberry Pi 2B. La llamaba cariñosamente "Raspi". No era un cohete, ni mucho menos, pero para lo que yo quería – básicamente, cacharrear y aprender sobre Linux y servidores – cumplía de sobra.

Gráfica en la que se representan la puntuación de todas las Raspberry Pi en rendimiento mononúcleo, mayor puntuación mejor. (datos de the-diy-life.com)

El instalador de YunoHost funcionó como por arte de magia. Sin configuraciones extrañas ni peleas con archivos de texto. Una vez instalado, abrí el panel de administración y navegué por la tienda de aplicaciones. De repente, en lugar de luchar con configuraciones de nginx, estaba haciendo clic en botones. ¡Una maravilla!

Claro, la experiencia era un poco tosca por aquel entonces. Algunas aplicaciones estaban mal empaquetadas y a veces tenía que limpiar dependencias antiguas manualmente. Pero, en general, funcionaba.

Después de algunos experimentos, encontré el punto ideal: tres aplicaciones. Jellyfin, TinyTinyRSS y Navidrome. Ese era el trío sagrado que mi Raspi podía mover sin echar humo.

El sueño de selfhosting (más o menos)

Siendo sincero, mi servidor casero no era precisamente una instalación de última generación. Jellyfin, en la Raspi, no podía transcodificar nada. Si quería poder reproducir alguna película/serie en el servidor, tenía que convertirlo manualmente de .mkv a .mp4. Y eso tuve que hacerlo con todo mi contenido.

Incluso con esas, en cuanto intentábamos ver dos o tres personas algo a la vez, la pobre Raspi sudaba la gota gorda. Pero, ¿sabes qué? Me encantaba. Había algo increíblemente satisfactorio en tener mi propio Netflix privado, aunque se mantuviera sujeto con más ilusión y apaños que otra cosa. Lo sentía verdaderamente mío.


Entra el Intel NUC

Avanzamos en el tiempo hasta las Navidades pasadas, y mi pequeña Raspi estaba pidiendo a gritos la jubilación. Empecé a buscar mejoras: algo compacto, eficiente en energía, pero mucho más capaz.

Las típicas miniplacas base (SBC como las Raspberry) están genial para empezar y para proyectos sencillos, pero en mi experiencia se quedan cortas cuando les exiges un poco más. Después de rebuscar entre Reddit y Mastodon, encontré mi respuesta: un mini PC Intel N100. 16GB de RAM, 512GB SSD, arquitectura x86_64 y bajo consumo de energía. Lo compré por menos de 110€.

Un Nuevo Setup, Un Nuevo Capítulo

Instalar todo en el nuevo hardware fue tan sencillo que hasta me animé y compré mi primer nombre de dominio. Ya puestos, ¿por qué no?

Volví a instalar Jellyfin, claro, ¡pero esta vez con potencia de sobra para transcodificar lo que le echen! Incluso le añadí algunas extensiones para que organizar las pelis y series sea más sencillo. Pero la cosa no quedó ahí. Aprovechando la potencia extra, mi ecosistema autoalojado ha crecido bastante.

Estos son todos los servicios que alojo ahora:

  • StirlingPDF: Un clon de iLovePDF—sin necesidad de subir documentos al servidor de otro.
  • Bookstack: Una wiki personal donde voy documentando toda mi configuración y cualquier cosa rara con la que me encuentre.
  • Pairdrop: Para transferencia de archivos P2P entre mis dispositivos. Mucho más agradable que enviarme correos con adjuntos.
  • Gitea: Aquí alojo mis propios proyectos de código (repositorios privados) y también tengo copias espejo de algunos proyectos importantes de software libre.
  • Syncthing: Mantiene carpetas sincronizadas entre mis máquinas.
  • FreshRSS: Recomendado por mucha gente en Mastodon, mi lector de blogs favorito.
  • Ghost: La plataforma de blogging detrás de este sitio web.

¿Por Qué Sigo Usando YunoHost?

El autoalojamiento, especialmente facilitado por herramientas como YunoHost, te da algo que cada vez es más raro en el mundo digital de hoy: control.

Vivimos rodeados de gigantes tecnológicos (los famosos GAFAM: Google, Apple, Facebook/Meta, Amazon, Microsoft) que están tan metidos en nuestro día a día que intentar desconectar de ellos parece una misión (casi) imposible. Y siendo realistas, quizás lo sea por completo para mucha gente.

Pero incluso dar un pequeño paso lejos de ellos se siente increíble.

Con YunoHost, no necesitas ser un mago de Linux. No necesitas saber qué es un proxy inverso. Solo necesitas un ordenador de sobra y un poco de curiosidad. Te empodera para reclamar un pedacito de internet y hacerlo tuyo.

Así que, si has llegado hasta aquí en el post, gracias— espero que mi aventura te haya gustado, que tus mares digitales sean tranquilos, tus servicios rápidos y tus copias de seguridad estén siempre al día.

Y si has estado jugueteando con la idea del autoalojamiento, quizás esta sea tu señal. Saca esa Raspberry Pi polvorienta del cajón, aun con sus limitaciones, es más que suficiente para empezar.

Read more