Por qué 2026 (probablemente) tampoco será el Año de Linux en el Escritorio
Cada cierto tiempo, especialmente cuando sale alguna estadística o una nueva versión de alguna distribución popular, resurge la misma cantinela en foros y redes: "¿Será este, por fin, el año de Linux en el Escritorio?". Como usuario convencido de Linux en mi día a día desde hace ya varios años, y como entusiasta del software libre, claro que me gustaría ver a nuestro querido pingüino dominar el panorama doméstico. Pero, seamos sinceros, la realidad es otra.
Las cifras de Statcounter (a fecha de hoy, abril de 2025) no engañan: Windows sigue siendo el rey indiscutible con un 71,68% del mercado de escritorio. MacOS se mantiene fuerte con un 13,59%. ¿Y Linux? Apenas un 3,98%. Ojo, es cierto que la tendencia de Linux ha sido al alza estos últimos años, un avance lento pero constante que nos da esperanzas. Pero de ahí a destronar a los gigantes... hay un enorme camino. Así que, antes de que saques la antorcha y la pica, déjame que te cuente por qué creo que ni 2025, ni probablemente 2026, verán ese sorpaso soñado.
El verdadero reino de Linux
Primero, pongamos las cosas en perspectiva. Si hablamos de servidores, de la nube, de supercomputación, de redes, de la inmensa mayoría de dispositivos embebidos... ahí Linux no es que compita, es que arrasa. Su naturaleza libre permitió que cualquiera pudiera adaptarlo, modificarlo y mejorarlo. Empresas, universidades y voluntarios de todo el mundo colaboran en su desarrollo, creando un ecosistema tecnológico increíblemente robusto y flexible, capaz de adaptarse a un mundo en constante cambio. Cualquiera puede aportar, aunque hoy en día, dado el tamaño gigantesco del proyecto, son muchas las grandes empresas que dedican recursos considerables a mantener y mejorar el núcleo y sus componentes.
El Reto del Escritorio
Pero el escritorio doméstico... es otra historia. Aquí las prioridades cambian: la facilidad de uso, la compatibilidad con hardware muy diverso y la disponibilidad de software específico es esencial.
Y aquí es donde entran en juego las grandes empresas que intentan hacer Linux más "amigable" para el usuario común. Seguro que te suenan:
- Canonical: Los creadores de Ubuntu, la distribución que, durante años, ha sido (y a menudo sigue siendo) la primera recomendación para cualquiera que quiera probar Linux. Es relativamente sencilla, tiene buen soporte de hardware y una empresa detrás que asegura un desarrollo constante.
- Red Hat: Ahora propiedad de IBM, enfocada totalmente al mundo empresarial con su Red Hat Enterprise Linux (RHEL). Su "avanzadilla" en el mundo comunitario es Fedora, una distribución puntera que sirve como campo de pruebas para muchas tecnologías que luego acaban en RHEL.
- SUSE: El gigante europeo, con un modelo similar a Red Hat, ofreciendo SUSE Linux Enterprise Server (SLES) para empresas. Su versión comunitaria es openSUSE (con sus variantes Leap y Tumbleweed), también muy popular y respetada.
Estas tres empresas, a través de sus distribuciones comunitarias (Ubuntu, Fedora, openSUSE), han hecho muchísimo por mejorar la experiencia de Linux en el escritorio. Han invertido en desarrollo, en mejorar la compatibilidad, en crear herramientas... y, seamos justos, gran parte del avance de ese 3,98% se lo debemos a ellas y a la facilidad que aportan.
Pero... las empresas siempre serán empresas
Y aquí llegamos al "quid" de la cuestión y al motivo de mi escepticismo sobre el "Año de Linux". No podemos olvidar que Canonical, Red Hat y SUSE son empresas con ánimo de lucro. Su objetivo final no es (ni tiene por qué serlo) que Linux conquiste el escritorio porque sí, sino crear y mantener un ecosistema que sustente su negocio.
Si miramos bien los detalles, sus distribuciones "gratuitas" son, en gran medida, la puerta de entrada a sus servicios de pago:
- Ubuntu te ofrece una experiencia pulida y, si quieres más (especialmente si eres empresa), tienes Ubuntu Pro con soporte extendido, parches de seguridad prioritarios, y más. (Gratis hasta 5 máquinas personales, sí, pero el foco es claramente empresarial).
- Fedora es fantástica, pero es explícitamente el banco de pruebas de Red Hat. Usarla implica aceptar cierta "inestabilidad" o cambios frecuentes, mientras que la versión estable y con soporte a largo plazo es RHEL, que es de pago.
- openSUSE cumple un rol calcado a Fedora, y el soporte no es tan grande como en las otras dos.
A mí esta estrategia me suena, y creo que a ti también. Es muy parecida a la que usan los GAFAM que a menudo criticamos. Google te da Gmail gratis para que uses su ecosistema y veas su publicidad o contrates Google Workspace. Meta te da Instagram y WhatsApp gratis para recopilar tus datos y vender publicidad. Apple te vende hardware y te encierra en su ecosistema de software y servicios.
De forma análoga, Canonical, Red Hat y SUSE te ofrecen una excelente distribución gratuita para que te familiarices con su forma de hacer las cosas y, si das el salto a un entorno profesional o necesitas soporte avanzado, contrates sus servicios empresariales. Es un modelo de negocio legítimo, pero no es altruismo.
La mirada crítica que (a veces) nos falta
Y aquí es donde creo que, en ocasiones, como comunidad entusiasta del software libre, nos puede la pasión. Criticamos (con razón) los jardines vallados de Apple o las prácticas de Google, pero ¿aplicamos la misma vara de medir a "nuestras" empresas?
El caso de los Snaps de Canonical es, en mi opinión, un ejemplo perfecto. Se anunciaron como un sistema de paquetería universal para facilitar la instalación de programas en cualquier Linux. La idea era buena. Sin embargo, en la práctica, Canonical ha mantenido el control del repositorio central (la "tienda" de Snaps), el backend es propietario, y su uso se ha "impulsado" (léase forzado) en Ubuntu, generando bastante rechazo en otras comunidades. ¿No es eso crear un ecosistema controlado, similar a lo que criticamos en otros?
No me malinterpretes, los desarrolladores tienen que comer, y estas empresas invierten mucho dinero y esfuerzo en Linux, un esfuerzo que beneficia a todo el ecosistema, incluido ese pequeño pero creciente 4% de usuarios de escritorio. Es normal y lícito que busquen rentabilizar esa inversión.
Entonces, ¿Qué pasa con el "Año de Linux"?
Lo que quiero decir es que el avance de Linux en el escritorio, aunque real, no depende únicamente de la calidad técnica (que ya es muy alta en muchos casos), sino también de estos intereses capitalistas empresariales. Las decisiones de estas compañías, centradas en sus ecosistemas, no siempre se alinean con lo que sería mejor para una adopción masiva y unificada. Estrategias como la de Snaps, por ejemplo, pueden fragmentar en lugar de unir.
Por eso creo que el "Año de Linux en el Escritorio", entendido como ese momento en que podamos ir a una tienda cualquiera y comprar un PC con un Linux popular preinstalado como opción, sigue estando lejos. No porque Linux no sea capaz, sino porque el camino hacia la adopción masiva es complejo y los actores principales tienen sus propias agendas.
Como usuarios, creo que debemos mantener una mirada crítica y consciente. Agradecer las contribuciones de estas empresas, sí, pero sin darles un cheque en blanco. Y quizás, solo quizás, si de verdad soñamos con un Linux en el escritorio más independiente y centrado puramente en el usuario, deberíamos dirigir nuestro apoyo (ya sea con donaciones, tiempo o difusión) a proyectos 100% comunitarios, como Debian o Linux Mint, que no tienen una corporación detrás dictando el camino según intereses comerciales.
Ellos también contribuyen enormemente a hacer Linux mejor cada día, y quizás representan de forma más pura ese ideal utópico del "Año de Linux en el Escritorio". Pero eso, me temo, sigue siendo más un sueño que una predicción para 2026.